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¿Tu crees que eres una mujer perversa?


Hace poco tuve una discusión acalorada con un hombre. Él establecía que la mujer en ocasiones puede llegar a ser perversa y maquiavélica. Su comentario me pareció ofensivo y agresivo, por lo que salí en defensa de mi género dándole mil y un argumentos en contra, discutiendo cómo somos, cómo actuamos y qué necesitamos las mujeres. Sin embargo, una voz interna me decía que me tranquilizara y que tratara de guardar silencio. Y con eso de que ahora estoy meditando todos los días, decidí a poner en practica la escucha activa, conservando la calma y la serenidad quitando de mi cabeza prejuicios, poniendo atención y escuchando el punto de vista desde la mirada masculina.

Lo que este hombre me dijo fue lo siguiente:

“Las mujeres ya tienen un plan, siempre planean, ellas ya saben que va a pasar, en su cabeza lo tienen todo calculado, preparan la estrategia perfecta para conseguir lo que se proponen, el problema que tienen es el que no miran al hombre. A él no le cuentan sus planes, no le piden su opinión, les cuesta mucho escuchar una negativa. Las cosas se tienen que hacer como ellas quieren, cuando ellas quieren, de la forma que ellas quieren a como dé lugar, si no puede arder Troya.”

Debo reconocer que me quede escuchándolo muy atenta aplicando la pregunta: ¿A quién escuchas cuando escuchas? Porque la mayoría de las veces no escucho cuando alguien me dice algo que no estoy de acuerdo. En mi cabeza voy preparando el argumento perfecto para rebatir lo que el otro me esta diciendo, por lo tanto no permea en mí lo que el otro quiere decir, ya que no le doy espacio al silencio mental que permita escuchar con atención lo que el otro quiere decir (eso suelo hacerlo con adultos e incluso con mis hijos).

Esta vez mi intención era escucharlo de verdad, como si estuviera en mi consultorio, (ahí sí se guardar silencio), sin argumentar. Incluso me dije: deja que termine de hablar. Le di la orden a mi cerebro de dejar de pensar por un minuto y escuchar con atención, cuando él terminó de hablar, yo hice una larga pausa, él también. Silencio incómodo. Me costó trabajo. Reconozco que he practicado hacer pausas en las conversaciones sin arrebatarle la palabra al otro, generando escuchar las ideas del otro.

Me di cuenta de que este hombre tiene razón. Las mujeres somos perversas para él. Creo que no sabemos negociar, tal vez no somos claras en expresar lo que queremos o lo que necesitamos, que sí nos cuesta trabajo que las cosas no se hagan como nosotros queremos y, cuando no es así, nos convertimos en niñas berrinchudas, y esto no nos funciona.

El ser adulta se aprende, toma el crecimiento para lograrlo. Una mujer berrinchuda no es interesante, ni divertida, ni atractiva y mucho menos inteligente. Si somos berrinchudas es imposible invitar a nuestra pareja a ser un adulto. El ser ejemplo de adulto les enseña a los maridos. Y así nos admiran. Si no lo logramos, eso afectará a nuestros adolescentes no solo en su vida, si no en la relación que tenga contigo y con su pareja (cuando la tengan).

Yo creo que el problema es que, hombres y mujeres no sabemos negociar, muchas veces necesitamos dejar de querer estar en guerra y escuchar al otro.

Aprendemos cada vez ¿no crees?

Ana María Arizti


 
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